¿Podemos impulsar la competitividad sin renunciar al Pacto Verde?
En este artículo de Ramon Oliver para Ethic, me preguntaron sobre el impacto de las reformas regulatorias de la UE en materia de sostenibilidad, especialmente las derivadas del Paquete Omnibus I, cuyo objetivo ha sigo buscar el equilibrio entre de liberar a las empresas europeas de exceso de burocracia para competir con China y EEUU y preservar la ambición ambiental.
En este artículo mostré mi extrañeza a que la reforma impulsada por los colegiladores europeos en relación con la reforma de la Directiva CSRD y, especialmente a la propuesta del Parlamento de subir los umbrales a 1750 empleados. Destaqué que esta reforma “es contraria a la posición de los supervisores financieros europeos, que pedían bajar los umbrales a 500 empleados para poder así disponer de la información necesaria para gestionar el riesgo financiero derivado de los aspectos ESG en las operaciones de crédito e inversión”.
También recordé que, en la propia formulación de objetivos de la propuesta Ómnibus, realizada por el ponente conservador Jörgen Warborn, se hablaba de reducir los costes asociados a la sostenibilidad para que las empresas europeas ganen en competitividad lo que, en mi opinión es esgrimir dos mantras recurrentes: “que la sostenibilidad genera costes indeseados y que es un freno a la competitividad”. Sin embargo, me parecío importante formular una pregunta: “¿no es también cierto que los grandes avances en sectores como la energía, la movilidad, la automoción, la alimentación o la agricultura han venido precisamente de la sostenibilidad y que han sido también clave para la competitividad de los mismos?”.








