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Mi homenaje a Luis Garcia Berlanga desde la RSC

Berlanga ha muerto. No sé si estamos ante el mejor director del cine español, pero sí el que más ha inspirado mi trabajo desde el principio. Berlanga, ha sido mi fuente de inspiración cada vez que me he puesto en marcha programas de gestión del cambio, de comunicación interna y, desde luego, de RSC.

¿Por qué? Por tres motivos muy sencillos. Primero, porque Luis García Berlanga fue alguien capaz de decir, y de hacer, lo que quería, y lo que debía, cuando las condiciones eran más difíciles. Y es que las mejores películas de Berlanga (El verdugo, Bienvenido Mr. Marshal…) se hicieron en la dictadura. El supo cómo buscarle las vueltas a las cosas para poder sacar sus películas adelante. Y eso siempre me ha inspirado: cuando las cosas se ponen complicadas, cuando tienes que hacer que tu organización se vaya comiendo poquito a poquito nuevos mensajes trasformadores, siempre me acuerdo de él. Berlanga hizo lo que hizo y dijo lo que dijo desde dentro; Buñuel, otro de los grandes, lo hizo desde fuera. Yeso tiene mucho mérito.

Segundo, porque Berlanga siempre usó el sentido del humor para ir colocando sus mensajes. El humor cotidiano, el humor de lo real.  Quizá, el sentido del humor fue el mejor camuflaje de Berlanga para ir colocando sus mensajes. Tras el humor y con el humor, fue capaz de hacer lo que quería. Y eso siempre lo he aplicado: tomarse las cosas como un juego no es mala técnica. Más vale reír que llorar.

Y tercero, y muy directamente relacionado con la RSC, aún recuerdo su película Placido, que se vendió con un eslogan tan atractivo como “Siente a un pobre en su mesa”. Con esta película, que sería la primera colaboración de Berlanga y Azcona, se anticipó una idea que hoy ha sancionado la ISO26000: la filantropía no es RSC. Y es que en Plácido se retrataba a algunos miembros de la sociedad, que buscaba en la solidaridad una forma de redimirse ellos mismos, de parecer caritativos a pesar de su evidente falta de escrúpulos y valores Vamos… casi, casi, como hoy.

Bienvenido seas, Mr. Berlanga


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